Hacer de cada acto de mi vida un acto de amor hacia mí

¿Cómo sería mi vida si al despertar cada mañana mi primer saludo fuera hacia mí, y si lo primero que hiciera al abrir los ojos es regalarme unos momentos para estirarme a placer, y sonriendo me diera los buenos días?

¿Cómo sería mi día si mis primeros pensamientos fueran para agradecer que estoy vivo y todo lo que tengo para hacer de este día una nueva oportunidad para crecer, aprender y amar?

¿Cómo sería mi día si mi rutina de ejercicio la empezara con unos minutos de respiración consciente?

¿Cómo sería mi día si me tuviera una rutina diaria para estar en silencio conmigo, para calmar mi mente?

A veces aturdido por las redes plagadas de publicidad sobre productos, información y consejos sobre cómo mantenerse sano y en forma, olvido que ni todas las cremas, las dietas, los ejercicios y suplementos que pueda adoptar, ni todos los alimentos “poco saludables” y hábitos indeseables que pueda eliminar de mi vida me darán una verdadera y duradera sensación de bienestar.

Porque el bienestar es un concepto amplio que abarca todos los ámbitos de mi vida y cuya semilla está en mi intención. No es lo mismo hacer ejercicio con la intención de dar a mi cuerpo el movimiento que necesita para mantenerse ágil, flexible y lleno de energía tomando en cuenta cómo me encuentro en cada momento, que hacer ejercicio casi como castigo por haberme comido esa rebanada extra de pastel.

El verdadero bienestar viene de estar-bien-conmigo, lo que implica no tener “deudas” conmigo mismo. Cuando me amo verdaderamente, me escucho y me observo para entender qué necesito en cada momento, y entonces cuidar de mí se vuelve natural e instintivo. 

Cuanto más me cuido y me doy lo que necesito para estar bien, más feliz soy y mejor me siento. Como resultado obtengo un tesoro de vitalidad que construyo y sostengo con conciencia, lo cual me permite dar al mundo a mi alrededor la mejor versión de mí. Pues al estar bien, sentirme bien y verme bien, no solo me siento más equilibrado y fuerte, sino que ese bienestar lo irradio hacia afuera, lo que inspira y eleva a quienes están a mi alrededor.

Los simples actos de autocuidado que nos han enseñado desde niños; comer bien, salir a la naturaleza, apreciar a las personas que te rodean y permitirnos ser amados, son poderosas medicinas que nos calman, restauran nuestro sistema nervioso, nos sanan y rejuvenecen. 

“Si el amor no te incluye no está completo”

Buddha

Porque Sanar está en MI